La Katana, el Wakizashi y el Tanto son de las más representativas espadas japonesas. Debido al carácter curvo de su hoja y a su único filo, la Katana debe ser considerada realmente un sable, orientada al corte más que a la estocada. Su curvatura única, no se debe a que el arma se haya concebido así desde su creación, sino a sus cambios del acero en el momento de enfriarlo en agua con sales especiales, es decir, durante el proceso de endurecimiento.
La Katana, debido a su capacidad de producir heridas muy severas, era considerada una especie de «guillotina de mano». Se desenvaina con un movimiento axial de rotación, llevando el filo hacia arriba y se puede blandir con una o dos manos.
El Wakizashi tiene una forma similar a la de la katana, aunque el filo es generalmente más delgado y por tanto puede herir con mayor severidad a un objetivo desprotegido. Los guerreros Samurái a menudo llevaban ambas consigo, denominándolas en conjunto Daisho, literalmente «la larga y la corta».
El Wakizashi se usó desde un principio como arma de defensa para el Samurái, cuando no disponía de la Katana. Al ser más corta y manejable, era más indicada para la defensa en espacios cerrados.
El Tanto es un arma corta de filo similar a un puñal de uno o de doble filo con una longitud de hoja entre 15 y 30 cms. Su estética es muy similar a la Katana, pero el diseño de la hoja y la tsuka (mango) son más sencillos. Generalmente, por razones de etiqueta, se porta en el obi (cinturón). Algunos Samurái preferían el Tanto por la soltura de su manejo y como complemento de sus artes marciales cuerpo a cuerpo.
El Tanto se usó como objeto ceremonial del seppuku o harakiri (una ceremonia de suicidio que el Samurái realizaba con el objetivo de recobrar su honor tras una deshonra).