Se estima que Barbanegra nació en 1680, en Bristol, Inglaterra y probablemente fue un corsario durante la Guerra de la Reina Ana (1702-1713), en la que Francia y el Reino Unido se disputaron el control de Norteamérica. Su nombre real era Edward Teach e impresionaba por su elevada estatura, a la que añadía una imagen impactante: le gustaba mostrarse en público tocado con un aparatoso tricornio con plumas y armado a conciencia con varias espadas, cuchillos y una pistolera con tres juegos de pistolas de diversos calibres. Acicalaba su poblada barba oscura con mechas de cañón que le colgaban como adornos navideños y que encendía cuando entraba en combate.
Se inició de marinero muy joven y en los años de la Guerra de Sucesión española (1700-1713) navegó en barcos corsarios por aguas del Caribe, cerca de Jamaica. En algún momento se unió a la tripulación del pirata británico Benjamin Hornigold, quien se retiró en 1716 aprovechando una amnistía del gobierno inglés a los corsarios. Entonces Teach tomó el mando y con su barco expolió a fondo el Caribe y la Costa Atlántica de América del Norte durante dos años. Su táctica favorita consistía en perseguir barcos mercantes y encaminarlos a canales de navegación peligrosa que él conocía bien, para abordarlos y apoderarse de todos los objetos de valor, comida, licor y armas que llevaran.
Barbanegra estableció varios refugios piratas en Bahamas, Carolina del Sur y Carolina del Norte, a cuyo gobernador Charles Eden pagaba regularmente a cambio de impunidad. En mayo de 1718, Teach protagonizó una de sus acciones más sonadas al bloquear el puerto de Charleston con el Queen Anne y otros cuatro bajeles, cercar la ciudad y secuestrar a varios ciudadanos prominentes, por cuya libertad pidió un rescate insólito: una caja de medicinas. Cuando la recibió, Teach liberó a sus prisioneros y se hizo a la mar. Al parecer no era tan fiero como proclamaba su leyenda.
También se ha documentado a Barbanegra como un líder calculador y astuto, pero que rechazaba el uso de la fuerza o de la violencia extrema, prefiriendo en cambio ahuyentar a aquellos que robaba simplemente infundiéndole el miedo con su aspecto físico. Contrariamente a la imagen de un malvado pirata que podríamos tener en la actualidad, Barbanegra siempre comandaba sus barcos con la aprobación de toda su tripulación, y no hay registros de que alguna vez haya lastimado o asesinado a aquellos que mantenía cautivos.
En todo caso, los comerciantes de los enclaves atlánticos perdieron la paciencia ante las fechorías de Barbanegra y pidieron ayuda al gobernador de Virginia, que envió en su persecución dos balandros al mando del teniente Robert Maynard. Este alcanzó a la flota pirata junto a la isla de Ocracoke el 2 de diciembre de 1718, cuando la mayoría de la tripulación de Barbanegra estaba en tierra. Los hombres y cañones de Maynard superaban a los piratas en proporción de tres a uno, que salieron derrotados en el desigual combate. Teach recibió cinco balazos y varias heridas de sable antes de caer. Maynard lo decapitó y colgó su cabeza en el patio de la guarnición de Hampton.