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Existen muchos tipos de espadas funcionales de combate. Las más comunes suelen ser las llamadas de entrenamiento y funcionales, que vienen en diferentes estilos como las katanas, los sables, las espadas rapieras, las espadas vikingas, las espadas cimitarras, las espadas templarias, las espadas mandobles, etc. Incluso también se encuentran las falcatas funcionales.
La versión de una espada funcional o de combate dista mucho de la versión de una espada decorativa, la cual no sirve para la lucha ni para el entrenamiento, mientras que las espadas de combate viene en diferentes categorías o niveles, dependiendo del uso que se le vaya a dar, y de su nivel de resistencia.
Las espadas funcionales, de lucha o para el combate cuerpo a cuerpo, aunque tengan diferentes niveles de resistencia, no quiere decir que no sean desgastables. Siempre son susceptibles de un desgaste real, que mermará con el tiempo sus capacidades originales.
Hasta el mejor acero al carbono sufre un desgaste paulatino por lo que la vida de la espada es limitada en el tiempo, el uso y el mantenimiento que hagamos de la misma. Es algo natural, que una hoja acabe mellada al cabo de los años y no tiene que preocuparnos.
Sencillamente tendremos que asumir que con el uso llegará un momento que tendremos que sustituirla por otra pero siempre con la seguridad que sabremos que hemos usado una espada de calidad hasta el final de sus días cumpliendo su cometido real.
Muchos de los afortunados poseedores de estas magníficas piezas de espadas funcionales o de combate, creen que el uso y el desgaste las hace más valiosas y merecedoras de ser mostradas y no escondidas.
Espada Vikinga en Acero de Damasco
Las espadas funcionales no tienen serigrafía o decorados a lo largo de la hoja. La sobriedad de sus elementos es una nota característica de las espadas de combate.
Otra espada funcional muy imponente por su tamaño y por su historia es la Espada Montante Renacentista: