El pugio romano deriva de la daga celtibérica de puño biscoidal y era el puñal militar del legionario romano, haciendo parte de sus armas de dotación militar.
El legionario portaba el pugio en el lado derecho para conseguir que el puñal se inclinara hacia el frente del soldado, colgado del cingulum, en posición vertical.
Tenía las anillas de sujeción a ambos lados. La suspensión de la espada (gladius) se hace con un tahalí o con un cinturón (cingulum).
El pugio aparece, sin excepción, suspendido del cingulum. En los casos en que la espada se suspende del cinturón a menudo se recurre a un segundo cingulum, independiente de aquél y destinado a la suspensión del puñal, si bien en otros casos ambas armas comparten un mismo cinturón para su suspensión.
De cualquier modo, se observa la práctica universal de los legionarios romanos de repartir las armas a ambos lados de la cadera, con el fin de equilibrar pesos y volúmenes.
Por tanto, nunca encontraremos dos armas en un mismo costado.
La forma anatómica de la empuñadura para su uso en combate, la morfología del agarre del mango del pugio es, junto a las características de su hoja, el motivo de la elección, por los legionarios romanos, de la daga celtíbera en pugio.
El pugio derivado de la daga celtíbera, tiene un nudo central conforme a la anatomía humana, para sacar el mayor beneficio y manejo de esta arma tan importante, cuya finalidad es un agarre más firme.
La hoja del pugio es aguzada, ancha y recta, aunque de perfil pueda formar una S y tiene su fortaleza originada en el nervio central.