Las espadas escocesas fueron utilizadas y desarrolladas por los highlanders escoceses, en el siglo XIII, para ser blandidas a dos manos contra el invasor inglés.
Se conocen más comúnmente como las espadas Claymore que superaban una longitud de 120 cms. y llegaban a sobrepasar los 1,5 Kg de peso.
En España eran conocidas como espadas Mandobles, que llegaban a pesar entre los 2 y los 3 kilogramos y a tener una longitud de metro y medio. Mandoble también significaba el golpe realizado sólo con la muñeca doblando la mano.
Un combate real cuerpo a cuerpo con estas espadas era muy difícil por su peso y longitud, pero ésta era un arma contundente y al mismo tiempo servía para estocadas.
La espada se sostenía con dos manos (una en el filo, protegida por el guante) para poder dar estocadas rápidas y golpes con la empuñadura.
Las espadas de mano y media y de dos manos se sostenían con una mano en el pomo de la empuñadura, lo que permitía hacer giros mucho más rápidos.
Espadas como la Claymore escocesa estaban pensadas para mantener a varios contendientes lejos girándolas alrededor. La mayor ventaja de estas armas no era tanto el filo sino los terribles golpes que se propinaban por su peso.
Otra característica común de algunas espadas escocesas es su empuñadura en forma de cesta para proteger la mano.
Existen varios clases de la espada tipo cesta de origen escocés, de mediados del siglo XVIII, que se caracterizan por una compleja guarda en forma de canasta y una hoja generalmente de doble canal.
Otra espada escocesa es la de farol que posee una gran guarnición con cazoleta simétrica, de donde surgen tres aros principales unidos entre sí mediante varios gavilanes enlazados. La hoja es recta, muy ancha, de doble filo hasta la punta y de sección lenticular.