Las espadas nórdicas son armas eficaces y polivalentes, sus hojas son largas y pueden ser usadas con dos manos para ejecutar golpes con mayor distancia, por lo que resulta ser un arma ofensiva/defensiva muy eficaz. En su origen, las espadas nórdicas eran blandidas con una sola mano, más anchas sobre todo en su primer tercio y con cruz más corta.
Las tumbas arqueológicas de los cementerios nórdicos iban acompañadas por una espada, cuando se trataba de un varón. La herencia de una espada impregnada del valor de su antiguo poseedor se convierte en un objeto codiciado en una estirpe, originando peleas por su propiedad.
Resume el honor de su portador y el linaje en el que se incardina, tratándose de un arma que se transmite de padres a hijos como seña de distinción, de continuidad familiar o de jefatura de clan.
Para los vikingos, la pérdida de la espada en combate es el mayor de los daños, su uso por el enemigo conlleva la apropiación del coraje y la fama que están asociados al uso del arma por una o más generaciones.
La mujer, viuda o hija del último poseedor, es la legítima guardiana y transmisora de la espada para que sepa elegir entre los hijos al más cualificado para portarla.
Fueron las espadas usadas por pueblos nórdicos, bárbaros y vikingos. Los vikingos fueron pueblos germánicos de Escandinavia conocidos por sus habituales incursiones y pillajes en Europa, también por su bravura y fuerza.