A finales de la República y comienzos del Imperio la mayor parte de la infantería romana utilizaba espadas y armas arrojadizas especiales como armas principales.
La espada del Legionario romano era preferentemente un arma de apuñalamiento, arma rápida y usada a corta distancia. El soldado romano buscaba acercarse al enemigo, y aprovechaba el momento en que éste trataba de golpearle, o lo hacía inútilmente contra el escudo o la armadura, para lanzarle una veloz estocada para matarle.
La espada era más larga que la Gladius, característica de mediados y finales del Imperio. En el siglo I y II la caballería romana comenzó a utilizar estas espadas más largas.
Al contrario que la Gladius, la Spatha permitía mantener la distancia frente al enemigo y era más adecuada para atacar con el filo en lugar de con la punta.